Leer unas poesías selectas de Góngora, poemas "fáciles" de comprender de Luis de Góngora y Argote

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Poesías Góngora

Luis de Góngora y Argote nace en 1561, hijo de una familia de buena condición, tiene una buena educación; en el 1581 ya se dedica a las letras. Realiza numerosos viajes, es amonestado por el obispo a causa de su "vida mundana"; se enemista con algunos poetas, y busca el favor de la nobleza. En 1627 muere en Córdoba este poeta español.
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Poesías de Góngora (no están en orden cronológico):

De la armada que fue a inglaterra (fragmento)

Levanta, España, tu famosa diestra
desde el fransés Pirenne al moro Atlante,
y al ronco son de trompas belicosas
haz, envuelta en durísimo diamante,
de tus valientes hijos feroz muestra
debajo de tus señales victoriosas;
tal, que las flacamente poderosas
fieras naciones contra tu fe armadas,
al claro resplandor de tus espadas
y a la de tus arneses fiera lumbre,
con mortal pesadumbre
ojos y espaldas vuelvan,
y como al sol las nieblas, se resuelvan;
o cual la blanda cera desatados
a los dorados luminosos fuegos
de los yelmos grabados,
queden, como fe, de vista ciegos.

Góngora

Al Excelentísimo señor conde-duque
49

En la capilla estoy, y condenado
a partir sin remedio desta vida;
siento la causa aún más que la partida,
por hambre expulso como sitiado.

Culpa sin duda es ser desdichado;
mayor, de condición ser encogida.
De ellas me acuso en esta despedida,
y partiré a lo menos confesado.

Examine mi suerte el hierro agudo,
que a pesar de sus filos me prometo
alta piedad de vuestra excelsa mano.

Ya que el encogimiento ha sido mudo,
los números, Señor, deste soneto
lenguas sean y lágrimas no en vano.

Góngora

(Muy provablemente escrita en momentos en que Góngora pasaba hambre, a tal punto que decide, o se duele pensando o decidiendo irse de Madrid por tal causa; y le dirige esta poesía al conde-duque, en esperanza de ser auxiliado).

Amorosas
64

Vuelas, oh tortolilla,
y al tierno esposo dejas
en soledad y quejas.
Vuelves después gimiendo,
recíbete arrullando,
lasciva tú, si él blando;
dichosa tú mil veces,
que con el pico haces
dulces guerras de Amor y dulces paces.

Testigo fue a tu amante
aquel desnudo tronco
de algún arrullo ronco;
testigo también tuyo
fue aquel tronco vestido,
de algún dulce gemido;
campo fue de batalla,
y télamo fue luego.
Árbol que tanto fue perdone el fuego.

Mi piedad una a una
contó, aves dichosas,
vuestras quejas sabrosas;
mi envidia ciento a ciento
contó dichosas aves,
vuestros besos suaves.
Quien besos contó a quejas,
las flores cuente a mayo,
y al cielo las estrellas rayo a rayo.


Injuria es de las gentes
que de una tortolilla
Amor tenga mancilla,
y que de un tierno amante
escuche sordo el ruego
y mire el daño ciego;
al fin es Dios alado,
y plumas no son malas
para lisonjear a un dios con alas.

Góngora

72

C - Arroyo, ¿en qué ha de parar
tanto anhelar y morir,
tú por ser Guadalquivir,
Guadalquivir por ser mar?


A - Carillejo, en acabar
sin caudales y sin nombres,
para ejemplo de los hombres.


C - Hijo de una pobre fuente,
nieto de una dura peña,
a dos pasos los desdeña
tu mal nacida corriente;
si tu ambición lo consiente,
¿en qué imaginas, me di?
Murmura, y sea de ti,
pues sabes murmurar.
Arroyo, ¿en qué ha de parar, etc.


C - ¿Qué día tienes reposo?
¿A qué noche debes sueño?
Si corres tal vez risueño,
siempre caminas quejoso;
mucho tienes de furioso,
aunque no en el tirar cantos,
y así tropiezas en tantos
cuando te quieres levantar.
Arroyo, ¿en qué ha de parar, etc.


C - Si tu corriente confiesa
sin intermisión alguna
que la cabeza en la cuna
y el pie tienes en la huesa,
¿qué fatal desdicha es ésa
en solicitar tu daño?
Pésame, que el desengaño
la vida te ha de costar.
Arroyo, ¿en qué ha de parar, etc.

Góngora

 

68
(Fragmento)

No todas las voces ledas*
son de Sirenas con plumas,
cuyas húmidas espumas
son las verdes alamedas;
si suspendido te quedas
a los suaves clamores,
no son todos ruiseñores, etc.


Lo artificioso que admira,
y lo dulce que consuela,
no es de aquel violín que vuela
ni de esotra inquieta lira;
otro intrumento es quien tira
de los sentidos mejores:
no son todos ruiseñores, etc.

Góngora

* Ledas es plácidas.

45*

El Conde mi señor se fue a Napoles;
el Duque mi señor se fue a Francía:
príncipes, buen viaje, que este día
pesafumbre daré a unos caracoles.

Como sobran tan doctos españoles,
a ninguno ofrecí la Musa mía;
a un pobre albergue sí, de Andalucía,
que ha resistido a grandes, digo Soles.

Con pocos libros libres (libres digo
de expurgaciones) paso y me paseo,
ya que el tiempo me pasa como higo.

No espero en mi verdad lo que no creo;
espero en mi consciencia lo que sigo:
mi salvación, que es lo que más deseo.

Góngora

* Está poesía tiene un tono burlesco, acompañada de protesta e ironía.


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