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Leer la novela online o pdfs: El Flaco Así Comenzó.

Autor Javier R. Cinacchi


Autor Javier R. Cinacchi, 2021 algunos derechos reservados; ver en el pdf del cuento / novela los permisos de difusión. Si tienes una editorial puedes imprimir el libro gratis sin variar nada de la novela, incluye el nombre del autor en cada página.
(Por si entraste por acá, comienza aquí: Novela corta de fantasía.)
Es la página aprox. 60 del libro.
Capitulo 7 La huida de fantasmas.

A Tornado, le había caído en su alma, el miedo y deshonor de que Cobra los atacara ¡y los venciera! No es que le tema, sino, que en realidad temía cualquier cosa en el estado que se encontraban, y tenía pesadillas con él a toda hora. Llamó a Albano y le dijo:
–Amigo mio, hasta que me recupere, estás al mando. Tenemos que salir de acá. Ya la mitad de nosotros estamos viviendo un infierno.
– Sí, señor. No se preocupe. ¡Gawain!
Entra Gawain de afuera, pues estaba haciendo guardia.
– Sí señor.
– Nos vamos.

Estuvieron cuatro horas, para lograr que El Flaco se quedara junto a Tornado y su caballo. En parte lo ataron sentado al caballo, y no lograron acomodar a Soltrina, en otro lado que abrazando al Flaco. Así que Tornado que bebió una infusión para estar despierto, y le dieron su ballesta cargada, quedó como el respaldo de Soltrina, que se movía a cada rato como si la picaran hormigas o avispas, y sabían que era espiritual. Ella, abrazando Al Flaco, como si fuera un muñeco de trapo, porque así se tranquilizaba un poco. No supieron si era porque sentía la oscuridad de él, porque le gustaba, por que él la liberó, o porqué, ya que El Flaco para nada estaba lleno de luz en ese momento. Su caballo cargadísimo. Bennett en otro, con las riendas de otro. Albano y Gawain salieron y exploraron los alrededores, Allard se quedó de guardia.

Es la página 61 del libro.
A Gawain, le salió al encuentro un asesino, mientras exploraba. De atrás, y una vez más peleó. Logró a tiempo darse vuelta para que la espada de este en vez de penetrar la armadura la raspara. El asesino comenzó a golpear al caballero con una espada en cada mano, y este interceptaba la mayoría de los golpes con su escudo y espada. Las estocadas del asesino no lograban penetrar la armadura de Gawain, pero eso tal vez porque no podía dar limpio el golpe. Sin embargo, esos golpes dados por el asesino, solo eran para distraer el verdadero golpe que quería dar: a los ojos del caballero. Esperó el momento oportuno, y lo intentó, pero Gawain con un reflejo casi inconsciente, logró a tiempo mover lo suficiente la cabeza, al ver que se le acercaba la espada a los ojos, y la espada no penetró en la rendija de la armadura para sus ojos, sino que fue interceptada por esta y solo la raspó. Le dio una patada, se le abalanzó con su espada, pero el asesino, más rápido que él se levantó y se fue, tirándole tierra en la cara. Que tampoco penetró en los ojos de Gawain, pero le brindó al endemoniado unos segundos extra.
Albano no corrió a su ayuda, porque estaba viendo la parte alta de un árbol, dónde le pareció ver un vigilante. Se dijo así mismo.
– ¿Cómo hago para que una flecha no impacte contra los heridos? ¿Cómo salimos ahora del bosque vivos?
Se agachó, y se tomó todo el tiempo necesario hasta comprobar, de que en el árbol no había nadie.
Ya los dos juntos, en el punto donde se habían separado un poco. Luego de contarse de que algunos enemigos indudablemente siguen vivos. Le dice Albano.
– ¿Sabes qué?
– Cuénteme señor.
– Sé que a Tornado y al Flaco no les dieron las fuerzas para buscar y matar al brujo. Bueno a Tornado, que venció al jefe. Y el Flaco... ni sabía.
– Efectivamente ¿Y crees que debo ir a matarlo?
– No, no. Solo comparto mi decisión contigo. De que si vas, corres peligro tú, fíjate como salió El Flaco de ahí adentro… Y si nos quedamos estaremos peor todos. Y tal vez se reagrupan en torno al brujo y nos atacan. O nos termine afectando tanto que no podamos pelear.


Es la página 62 del libro.
– Comprendo señor. Sí debe ser fuerte, hasta se ve que afectó a Tornado.
– Sí, no nos queda otra que huir.
– Esos brujos son peores que los jefes –comenta Gawain–. Se esconden y te afectan a la distancia. Te envenenan el alma, yo también me siento mal.
– Sí, todos. Tenemos que salir de esta zona, antes que ni nos diferenciemos entre nosotros. ¿Tú oraste?
– No pude señor, me desconcentraba a las dos palabras.

Comenzaron a moverse lentísimos. Tardaron como media hora para hacer cien metros, mientras Albano y Gaiwan giraban en la zona viendo que no haya enemigos.
Albano cambió la estrategia. Hicieron una formación en cruz. El Flaco y Soltrina quedaron en el medio, él y Gaiwan en los costados, Bennett en la punta. Y a los doscientos metros le mataron el caballo a Bennett de dos flechazos. Se apoyó en el caballo del Flaco, a este, le pusieron un escuro por cara que lo tuvo la señorita, y siguieron avanzando, no sin ya dejar algunas cosas tiradas, de menor valor.
Nadie más se animaría a hacerles un ataque frontal. Solo les tiraban flechas de lejos, dos o tres flechas, y se quedaban quietos para que no los pudieran ver. Así avanzaron lo más rápido que pudieron sin matar al caballo de Tornado, y a uno de carga, más el del Flaco.
Estuvieron más de un día así, ya estaban todos afectados. Faltando poco por salir del bosque, estaban como quien apenas está reteniendo su vida, sufriendo deshonra y cargando dolores y golpes. No estaban ni en lo más mínimo, en el mismo estado con el que habían ingresado. No es que no tuvieron una gran victoria, pero se sentían fatal: casi habían perdido la guerra en su interior.
Bennett comenzó a tener un dolor insoportable. Si se subía a otro caballo, supusieron sería peligroso, porque él les estaba haciendo de muro, contra las flechas que les tiraban de frente.

Es la página 63 del libro.
Cambió de lugar con Tornado, quien se movía torpemente, y tres veces cayó a tierra, antes de que salieran del bosque, y eso que un poco guiaba a los caballos, y un poco se sostenía de ellos.
Comenzaron a avanzar como muertos, hasta el camino principal, Gaiwan y Albano, se quedaron avanzando en la retaguardia, casi cayéndose de cansancio, pero pese, listos para pelear si era necesario, y así lograron llegar de noche al camino. Cansadísimos, y más muertos que vivos, especialmente algunos de ellos. Tuvieron que bajar a la señorita y al Flaco, y ella lo ayudaba a caminar a él. Descansaron unas horas, se pusieron nuevamente en marcha, y al amanecer comenzaron a cruzarse a ciudadanos del reino, que con miedo se alejaban de ellos. En cuanto vieron una carreta. La frenó Albano, como si fueran enemigos, con voz de mando.
– ¡Abajo todos de la carreta! Tienen el honor de ayudar a caballeros puros del reino, reclamen la paga en el templo.
El que conducía miró, y sin pensar dijo.
– ¿Flaco?
Albano se le acercó y le susurró: –¿Señor usted quiere conservar su vida?
Le retuvo su identificación, y se fueron con la carreta, tapando Al Flaco y a la señorita. Al cruzarse con unos guardias, Albano dijo.
– Señores, tienen el honor de ser nuestra escolta. – Y así lo hicieron.
A otro guardia en el camino. Albano le ordenó que se apurara a Tinkentou, y declarara: “Que los cinco caballeros puros necesitan urgente sanadores y trasporte”. El Flaco y la señorita, en todo momento estuvieron escondidos en la carreta. Ella durmiendo arriba de él... Y tranquilizándolo, cuando una y otra vez se despertaba, pensando que los atacaban, o queriendo encontrar la salida del infierno en el que estuvo...
A las largas horas Mismi junto a tres guardias puros, soldados, y ayudantes, los asistieron hasta el hospital del monasterio. Y empezó a correr la voz: “Cinco caballeros puros, más un valiente, rescataron la hija del padre, y dieron muerte a toda una base de operaciones de los endemoniados, matando a muchos asesinos.”




Es la página 64 del libro.
Y a poco tiempo se comenzó a murmurar que ese valiente era El Flaco, un conocido cazarrecompensas del pueblo de Zonkirian.

***

Ya en la ciudad, en el monasterio, en la enfermería encontraron descanso los caballeros, espiritual y físico; el padre volvió a ver a su hija, y El Flaco comenzó a estar cuerdo de apoco, y también ella. Al mes estuvieron, podría decirse, normales; aunque cargando heridas externas e internas.
En la enfermería, Mismi los iba a revisar muy seguido a los caballeros, Soltrina y El Flaco. De vez en cuando se retiraba con alguno aparentemente para charlar. Al lado de la enfermería hay un amplio jardín con árboles, una fuente, estatuas, flores y pájaros, allí habló con El Flaco.
– ¿Cómo te sientes? – Le preguntó Mismi.
– Me recuperaré, le respondió – Y añadió, mientras se sentaban en un banco con forma de león tumbado en la tierra –. Sin embargo, hay cosas que no termino de entender, por ejemplo me gustaría saber sinceramente ¿cuánto puedo confiar en tí?
Mismi, lo miró como si le encantara la pregunta, y le dijo.
– Creo que varios se hacen esa pregunta. Y puedes confiar totalmente.
– ¿Porqué tanto énfasis de que participe en la misión? Me di cuenta, minimizaste un poco los riesgos, y buscaste convencerme a toda costa.
– Es verdad, temía que lo notaras, y no me lo preguntaras. Cómo sabes soy muy amiga de Soltrina, y también de la madre de ella y su padre, y soy, podría decirse, una candidata a ocupar el cargo del padre principal.

Es la página 65 del libro.
El Flaco se acomoda en el asiento, adoptando una postura de mucho interés, y hace un gesto cómo diciendo ¡Si que estás bien acomodada, no me lo esperaba! Ella sonríe y continúa.
– Mi actitud, fue de brindarles mi total apoyo al Padre principal, su hija, su madre, el reino. Y al conocerte, y conociendo a Soltrina, vi que eran el uno para el otro; y tuve esperanza en el Creador de que al final todo ayudara para bien. Yo realmente sentí y razoné que tenías que ser tú el que la rescatara. De hecho, se lo pedí en secreto a Tornado.
El Flaco se la quedó mirando, deseó con todo el corazón tomar un trago de algo bien fuerte, pero no tenía nada a mano; miró hacia el jardín. Y escuchó a Mismi qué le preguntó.
– Espero que no estés enojado conmigo, yo lamento de que la situación haya sido tan difícil; si hubiera sabido, hubiera reunido a veinte caballeros puros. Además de ti, obvio.
– No estoy enojado, amiga mía –Le dijo El Flaco y ella levemente suspiró de alivio.
– Me alegro, y tené por seguro que contarás siempre con el apoyo de los puros, siempre que estemos Tornado y yo en pie.
– ¿Y el padre principal qué opina de mi?
– Se siente en deuda contigo, y será fiel a saldarla de forma correcta. Pero te tiene un leve grado de desconfianza aún. No te lo tomes a mal, pero en su puesto tiene que ser desconfiado.
– Comprendo.

Comenzaron a pasear por jardines El Flaco y Soltrina, y no solo en los jardines internos, paseaban también un poco por la ciudad. Llaman mucho la atención, especialmente ella con sus ojos totalmente negros, y tatuajes en su cuello, brazos y manos, que no los ocultaba. Y agarrada de la mano de la nueva leyenda: El Flaco, de quien comenzaban a hablar todos.
La ciudad de Tinkentou, es amplia, posee gran movimiento, casas de todo tipo. Algunas de ricos, amplias y muy decoradas; otras más juntas una de la otra y pequeñas, las de la clase media. Dentro de la ciudad no viven pobres, ni pueden quedarse gente durmiendo en la calle.

Es la página 66 del libro.
Está rodeada de una fuerte muralla y puerta doble, e incluso hay algunas murallas extra dentro, como ser la que rodea al palacio, el almacén, y la que rodea al monasterio de los puros, muralla criticada aveces, porque el monasterio prácticamente podrían allí acuartelarse como si fuera una ciudad independiente, hasta posee una torre con una ballesta. Las calles son todas de piedra, hay negocios, y todas las edificaciones típicas de una importante ciudad. El sector más económico de la ciudad son muchas casas pequeñas con pasillos holgados, y sin negocios. Pero sin embargo con algunos puntos de vigilancia con soldados. Todo muy limpio, y el almacén principal... hasta tiene una torre de defensa, esculturas en la entrada, y un amplio lugar de almacenaje bajo tierra. Son impactantes a su entrada, las dos esculturas de las Nínimas, algunos recorren gran distancia, solo para ver esas dos estatuas, y se rumorea varios enloquecieron de tanto mirarlas, son hermosas en extremo, totalmente desnudas y bellísimas por donde se las mire, y sus ojos parecen reales. Es una ciudad que ya tiene más de seiscientos años, y es la segunda más importante del reino. A su alrededor tiene amplios campos, y a 1 km está la ciudad anexa, conocida por el pueblo como “La de los pobres”, pero su nombre oficial es Nueva Tinkentou, porque son todos los que no lograron asentarse en Tinkentou, o vendieron por necesidad, sus casas de allí; y ni siquiera se terminó su muralla, y aveces también van a parar ahí refugiados. La muralla se terminó solo en el frente, muy linda la entrada... con sus dos torres, pero nada más, el palacio es pequeño, aunque con espacio para agrandarlo... En la ciudad de los pobres, todo está a medio terminar, y ahí sí está permitido dormir en la calle, o plazas, y hay muchas calles de tierra. Eso si posee dos plazas principales, que de día se llenan de vendedores, se sabe que no es para nada una ciudad pobres, hay otras que realmente lo son, pero el pueblo popularizó ese nombre al extremo...

Soltrina y El Flaco, cuando salían del monasterio, los acompañaba una escolta de honor. A ellos le encantaba que el pueblo los miraran, sin saber si amarles o temerles.

Es la página 67 del libro.
A ella principalmente le temían, por su apariencia se asesina endemoniada, aunque se vistiera de blanco, y pareciera que al acariciarla el sol tuviera luz propia... Y la conocieran de antes. Aún se estaba recuperando, y tenía una presencia espiritual distinta que atemorizaba, más que dar paz como la de los puros y el Flaco; generaba incomodidad y temor. Nada de eso, al principio le importaba, abrazada al Flaco; sin embargo luego sí, cuando se distanciara un poco. Al Flaco le atraía que la vieran peligrosa, y le encantaba sus ojos y tatuajes. Y un día, cuando ya salían sin escolta, pues daba la impresión de que podían pelear nuevamente contra unos cuantos sin morir, y de hecho, ya comenzaban a ejercitarse... Paseaban fuera de la muralla; El Flaco con su espada a la cintura; ella, sin armas, ya que aún no estaba decidida su situación. Se reveló que era estudiante de caballeros puros, pero ahora está marcada como una de los endemoniados, y a los desendemoniados guerreros, solo se les permite utilizar una única arma, en caminos principales y ciudades: Una daga larga. Y ella, optó en silencio por no usar ese símbolo.
El Flaco le pregunta estando solos, algo que le revoloteaba en la cabeza continuamente.

– ¿Me dijeron que te raptaron mientras viajabas? Pero me cuesta creerlo. He notado que eres buena combatiente.
– Te mereces saber toda la verdad, pero mejor no hables de esto.
– El Flaco asintió –Y se sentaron entre flores; rodeados de canto de pájaros, a tiro de arco desde la muralla, solos.

Ella le da la mano, dejándola caer sobre la mano del Flaco, que la acepta delicadamente, él deja que ella la apoye sobre su mano. Ambos sin guantes. Cómo sabemos, es una señal de gran amistad entre un hombre y una mujer. Comienza a contarle.
– Discutí con mi padre. Por estar cansada de estar dentro de la ciudad, entrenando en oculto, y estudiando. Asique ya estaba media mal... Resentida por dentro.

Es la página 68 del libro.
Y sinceramente quería ver si conocía a alguien, al menos para tener algún amigo fuera del círculo de religiosos y caballeros. En otras palabras, tenía ganas de conocer a alguien que fuera mi novio. Porque nadie de los que me presentaban me gustaban, por una cosa u otra, y me presentaban más bien a estudiosos, religiosos y políticos.
Hizó una pausa, se escucha el viento acariciar las cosas produciendo su sonido típico, se miran, está soleado, cantan pájaros. Una liebre levantó la cabeza coronada por dos grandes orejas, se hacen señas, la miran y los miró haciendo un gesto como de querer oler...
– Los caballeros puros que conocí, todos casados o comprometidos. Para los nuevos, pues no se nos permitía estar junto a ellos, y si nos cruzábamos, ellos mantienen mucha distancia, porque vienen para otra cosa... Le pedí a Mismi, si podía acompañarla, pensando en mi interior, que en la capital tal vez podría conocer a alguien interesante; y sino, igual me iba a comprar algunos libros para relajarme. Irónicamente quería más información sobre los endemoniados... Porque en el monasterio, eso no se brinda así nomás.

– Me fui sin armas, solo una daga debajo del vestido, en la pierna, de civil, de noble. No sabíamos que había un asentamiento de ellos tan cerca. Teníamos escolta, soldados comunes, y un caballero con armadura pesada, afuera de la carreta donde estábamos Mismi y yo. Lo suficiente para espantar a cualquier banda de delincuentes.

– Llevábamos bastantes cosas, hiervas, y cosas para cambiar con el monasterio de la capital. Atacaron, los soldados quedaron inmovilizados y los atarían. El caballero, estaba como con miedo; yo salí a darle apoyo, pero nos vimos rodeados de siete u ocho guerreros endemoniados, y yo sin armadura ni armas. Me apuntaron con un arco, me tiré al piso. El caballero comenzó a pelear, le clave la daga a uno en el pecho, me concentré en el Poder, algunos asesinos se atontaron. Pero el caballero no pudo pelear igualmente pelear bien... ya sabes... no están preparados para enfrentar a los endemoniados, no por una cuestión de habilidad en el combate, sino espiritual.

Es la página 69 del libro.
– Lo mataron entre varios. Comprendieron al instante que yo y Mismi eramos puros. A ella la ataron, y a mi me dijeron: "Ya que mataste a uno, ocuparás su lugar". Y también me ataron, y nos apuntaban con flechas de lejos. No luché, me dije, "Me infiltraré en ellos y aprenderé, aparte si me arriesgo sin armadura tal vez me maten".
– Comprendo, sí, hiciste bien en cuidarte.
– ¿Sabes cómo atrapan a los religiosos? Tensan de lejos sus flechas, si los de adelante caen al piso como volteados por un poder espiritual, sueltan las flechas. O si se desmayan todos, igual las flechas son lanzadas... Y tal vez te pegan, tal vez no. Y si comienzan a sentir que se van a desmayar, disparan antes. Como me dijo mi padre, aveces somos crueles. Si las flechas no impactan "Es que tenían gran fe, son ejemplo de que El Creador nos cuida". Pero si terminan muertos, una razón más para cazar a los endemoniados, y recibir caballeros para hacerlos puros.
– Tremendo sí...
– Cosa no fácil como sabes, porque el poder no es de las personas, es del Creador, que realmente cuida a sus hijos, y realmente tienen que ser puros... En fin, estando atada, me taparon la cabeza, me tiraron la sangre; supongo un caballo al que le hicieron no se qué cosa. Quiero suponer que fue la sangre de un caballo. Y me tuvieron mal, hasta llegar a su campamento, días. En fin, fui en parte secuestrada, pero en parte también me entregué sola. Yo supuse que iba a poder hacer algo, pero comencé a estar mal, como tonta; y sentí que la opresión de ellos fue tan grande que se disminuyó en mi el poder, y cuando me habían tapado la cabeza, no se me justificó pensar "o ellos o yo". Además mejor estar ahí un tiempo, que leer de ellos en un libro, me dije por tonta, o incrédula. Pero no me vi en oportunidad de ganarles en combate. – Obvio, no tenías equipo.
– Sí, y me salió mal. Fueron quebrando mi voluntad. A los dos meses me tatuaron, y me tiñeron los ojos. Y me hicieron rituales, y me decían una y otra vez: "Ya eres de los nuestros, nunca más te van a querer como antes. Nadie. Estás marcada." Y pasó como un año, y me lo empecé a creer.

Es la página 70 del libro.
– ¡Más de un año! Qué terrible.
– Cuando nos asaltaron... Supongo fue sin saberlo ellos; quienes éramos. Y ya cambió todo de nuevo. Una vez más prácticamente en guerra los puros contra los endemoniados, y el reino discretamente neutral, aunque con apoyo claro a los puros, pero prefieren estar al margen lo más posible. Hacía años que no pasaba nada.
– La autorización, para que la iglesia movilice a los puros. Me contó padre, no fue aprobada inmediatamente... El príncipe primero le pareció un absurdo pensar que había un asentamiento de los endemoniados a poco de la capital de la provincia, en el medio del reino. Y Los puros expertos, más bien estaban interviniendo contra el Reino del Alba. Entonces ahora se teme que los endemoniados y el Reino del Alba formen alianza. Pese a que los del Alba, como la mayoría de los reinos, es más lo que los rechaza, que lo que los apoya. Incluso, es secreto a nuestro pueblo, pero también hay un monasterio de los puros en la capital del Alba, pero no participan en batallas contra Troncos, protegen a la corte. Y Troncos ha extendido su territorio con puros peleando. Ya me fui de tema...
– No –interrumpe El Flaco–, por favor, continúa. Recién ahora me están quedando cosas en claro. Ya sabes que al pueblo se le informa poco, de lo que pasa entre los reyes y príncipes. Y de puros y endemoniados, uno sabe solo rumores... Como dice el dicho: "A los puros se los admira, y a los endemoniados se los esquiva".
– Sí –dice Soltrina–, y yo ahora me veo como uno de ellos...
– Tu eres pura bebé...
– Descuida. Pero mejor dame un abrazo, que me pongo triste. Tendría que haberme quedado aquí.
El Flaco la abraza, le dice.

Es la página 71-73 del libro.
– ¡Noo! Uno no tiene que ser un preso del miedo, o la resignación. Seguís viva y libre. Yo en tu lugar, me hubiera enfrentado, total solo tengo mi vida y mis cosas, y ser preso no. Asique hubiera terminado ahí mismo muerto, como ese caballero ¡Seguro! Vos sos como una princesa…
– Leoncito, El Creador no te iba a dejar morir... Y como lamentablemente dice el dicho: "Los caballeros mueren peleando y ellos lo saben".
– ¿Pero sabés qué es raro? –Dice El Flaco.
– ¿Qué?
– Yo voy y vengo muchas veces por caminos peligrosos, hace años haciendo encargos, y haciendo de guardia. Y nunca me crucé con endemoniados. Solo apenas alguna vez, de vez en cuando, con desendemoniados guerreros, y nada, miradas de reojo, y cada cual siguiendo su camino.
– Sí, como que dejaron de estar ocultos al raptarme a mi. Y se saben ocultar bien. No sé... Pero es que si capturan a un influyente, es factible que los busquen. Ahora si solo es un soldado común, o alguien del pueblo... Simplemente pasa como un registro de desaparecido. Y dejaron a Mismi y los soldados, se llevaron parte de las cosas y a mi... Yo tenía miedo de que los mataran.
– Tenían que ser endemoniados...
– Sí, nunca se sabe bien qué están tramando. Pero nada bueno seguro. Por eso todo reino intenta no tenerlos.

***

Cuando el Flaco se curó, a los tres meses, fue nombrado caballero, y tres meses después, caballero puro. Él fue curando sus heridas pensando en Soltrina, y ella curó sus heridas pensando en él.
La ceremonia fue secreta porque se prefirió no vengan invitados, por seguridad, más allá de conocidos y destacados; en el Palacio de Tinkentou. Y en el templo, al poco tiempo, la ceremonia de los puros. Cuando El Flaco entró al palacio con armadura de caballero, prestada por el reino para la ceremonia, el príncipe lo llamó por su nombre.

– Señor Florindo Decinele por favor avance.
Se escucharon distintos sonidos raros y semejantes a risas, y el príncipe ya con El Flaco cara a cara, delante de su trono, le dice: – No se enfade señor, pero ahora comprendo porque prefiere su apodo, a su nombre.
El flaco rió...
El príncipe le pidió a Tornado, les conceda el honor de levantarlo como caballero al Flaco. Y como se tiene por costumbre, se pararon uno enfrente de otro, sonaron las trompetas y los bombos, y se silenció todo. Y Tornado dijo en voz alta.
– Con el honor del poder que se me ha otorgado, le pregunto señor: ¿Acepta ser caballero del glorioso Reino de Troncos? Defender siempre con su fortaleza al rey, reino, príncipes, y a todo aquel que esté bajo el amparo del reino.
– ¡Si acepto! – gritó El Flaco.
– Te ofrezco mi abrazo de caballero puro, y como símbolo del reino, que también te abraza afectuosamente. Amigo mio.
Y se dieron un feliz abrazo, y le dio un abrazo también el príncipe, como símbolo.
Volvieron a posicionarse. Tornado desenfundó su espada, la levantó, dio un grito de guerra, que retumbó en todo el palacio, e hizo atemorizar a muchos y fortalecer a otros. Y dijo.
– Levante su estada.
Y así lo hizo El flaco. Y gritando, juntaron espada con espada girando lentamente. Y se escucharon las trompetas y los tambores, y hubo luego una fiesta. Y El Flaco tuvo uno de los momentos más felices de su vida, y se sentó al lado del príncipe y de Tornado, según la costumbre, porque él lo levantó como caballero.
Cuando vivió la ceremonia de los puros, El Flaco, recibió un nuevo nombre: Esperanza. Así qué para el pueblo seguía siendo El Flaco, pero para los caballeros, y por extensión oficialmente, sería su nombre Esperanza. La ceremonia de los puros, siempre es más o menos privada, en alguna iglesia, y no tienen fiesta, aunque suelen haber testigos; y estuvo entre ellos el príncipe, y luego es importante la primer charla oficial, con el padre principal de la iglesia de la zona del caballero puro, o donde reciba el nombramiento.

Sin embargo, hay que volver el tiempo un poco atrás, para no obviar algo muy importante. El Flaco a los meses, mientras se quedó a aprender, y terminar de curarse, y recibir honores, y la nueva armadura especial para él. Mientras terminaba totalmente de recuperar sus habilidades de combate, antes de ser un caballero puro, y aún un poco después también, comenzó a tener un serio miedo de uno de sus fantasmas... Como la mayoría lo suponían -aunque entre ellos no Soltrina-, estaba enamorado de Soltrina, pero ya acostumbrado al fracaso de su corazón, temía tener que enfrentar el volverse solo a su casa.


Capitulo 8: Novela corta de fantasía, aventura y amor.




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(1) Muy dichoso aquel que no se guió por consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de burladores se ha sentado:
(2) Antes, en la Enseñanza de Yahweh está su deleite, y en su Enseñanza medita de día y de noche. Salmo 1.

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