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Historias de la vida

Historia sobre la época de tango en Argentina

Autor Javier R. Cinacchi

https://www.estudiargratis.com.ar/historias-de-la-vida/epoca-tango-argentina.html
(Está completa, abajo, y puedes leer algo útil e interesante todos los dias en la web del autor de esta historia: Estudiargratis, con varias secciones que a su vez tienen muchos contenidos.)
Es la página aprox. 14 del libro.
2. Un exitoso músico

Cuando Lando tenía 10 años.
– ¡Uff! Mi viejo se jugó los ahorros para comprarme el bandoneón, y tengo que sobresalir, o terminaré como él. Voy a dar vueltas en bares a ver si alguno me da trabajo limpiando, porque no le puedo pedir más para el conservatorio, o por darme lo meten preso.
En la puerta de un bar.
– Hola señor, disculpe tal vez...
– Fuera nene, andá a estudiar, ¿o querés terminar apuñalado?
En el siguiente bar.
– Hola señor, disculpe la molestia tal vez…
(El dueño ni le contesta una palabra, ve que un mozo le hace señas con la cabeza, de negación y se va.)
Y en el siguiente bar, piensa.
– Huy que lindo, es muy bailable, y tiene a un orquestita de tango justo sonando ahora…
(Al estar frente al que le dieron que le pregunte.)
– Hola señor, disculpe la molestia tal vez…
– No.
...Y el pequeño, siguió hasta que se puso a llorar, y volvió a su casa. Pero se decía.
– Yo sigo estudiando música, es eso o ir a trabajar. Mejor toco diez horas por día, y al conservatorio.

Siguió intentando, en cada bar que veía; y estudiaba música. Un día intentó en lo que le pareció prostíbulo. Que si bien había por todos lados, primero no intentaba ahí. Pero en este se vería que ahí había dinero...

Es la página 15 del libro.
Al entrar, al niño se le van los ojos al ver a la pequeña señorita que desnuda se despedía de la gente que le gritaba, se quedó petrificado viendo su belleza. Ya había terminado su show, y le gritaban cosas mientras se tapaba con las manos, pero algunos le tiraban dinero para que se tenga que destapar y agachar a agarrarlo. Era la época en que en Argentina a los 10 años ya todos los varones trabajaban, y a una señorita de quince, se la consideraba alguien casable -y aveces de menos-, y a todos los hombres les gustaban, bueno no sé si a todos pero a la mayoría sí, y era algo normal ver a un tipo grande con lo que ahora llamaríamos niña, y en algunos lugares, se desnudaban, en los cuales el dueño prefería pagarle a una niña en vez de a una buena orquesta de tango, después de todo atraía a más gente… Te guste ahora cómo suena o no, antes no oficialmente, todos sabían que pasaban estas cosas.

En Argentina, según Carretero en “Prostitución en Buenos Aires” años atrás de esto, allá por el 1890, habían 6000 prostíbulos, contra 239 escuelas; y aún estaban esos aires dando vueltas alrededor de Lando. Luego existía una Argentina documentada, y visible. Pero también estaba aquella, y fue allí donde nació el tango, muy difícil y nada que ver a la vida de la clase media o alta, o aquella vida que se intentaba mostrar como correcta, o al menos la linda cara pública.

La niña miró a Lando, estaba media llorosa; y él sin saber porqué, le ayudó a juntar el dinero tirado, y se lo puso en el brazo con que sujetaba sus diminutas ropas levantadas del piso, y ella se fue al vestuario. Entre lo que le tiraban y lo que le pagaban, ya tenía para comer y ayudar a pagar la habitación, cuando a la madre no le alcanzaba. Prefiere eso que terminen en la calle, o peor. Ya perdió a un hermano mayor, que un día las defendió de otros que los echaron de la casa abandonada en la que se habían metido, y no la pudieron retener. Y hay poco trabajo, el dinero que les sobran a algunos hombres -por no decir a casi todos los de bajos recursos-, se lo gastan en los bares y prostíbulos, y para ganarlo arriesgaban muchas veces su vida donde no se las aprecian.


Es la página 16 del libro.
Sí… van ahí a olvidar sus penas... Esto a la mayoría, a los que no les alcanzaba el dinero. A los gente bien, siempre se los ve amables… váyase a saber las cosas que hacen, pero luego se los ve sonrientes, bien vestidos, y hablan de la moral.

Lando una vez más, presa de la necesidad fue a pedir trabajo, y ahí estaba re incómodo. Dos lo insultaron porque ayudó a la señorita. Estaba medio lloroso él también cuando le habló al dueño.

– Buenas noches señor, disculpe, tal vez tenga alguna tarea para que haga, lavar vasos, barrer, sacar la basura. Yo puedo trabajar todos los días, lo hago bien.
– ¡Je! ¿Querés trabajar o ver mujeres gratis pive?
– Trabajar señor.
– Bueno mirá, estos me tienen podrído con el final de las chicas, se desesperan mucho, aveces se pelean. Vos les vas a tener que acercar una toalla a las señoritas, cuando terminan su show. Y al final del día te damos algo.
– Lo que usted diga señor, muchas gracias.

Y ese fue el primer trabajo de Lando, entre el conservatorio de música y el prostíbulo – cabaret – tangueria de las bien primitivas de Buenos Aires, no se bien cómo definirlo para que sea entendible actualmente, donde lo popular es todo distinto ahora. Y ahí Lando descubrió un negocio extra, algunos le pagaban una propina, si dejaba caer la toalla al dársela a una señorita, y él lo hacía, ellas lo insultaban, pero se ganaba unas monedas extra también. Y habían orquestitas, y se bailaba el tango como en todos lados, y él trabajaba, estudiaba, y en todo segundo libre ensayaba el bandoneón, piano, y guitarra. Un día reconoció a un bandoneonista y compositor muy conocido a Piaz… En cuanto lo vio, se arriesgó a molestarlo, se dijo “voy a ir con mi cuaderno Stonio para que vea que estudio música, a ver si me enseña algo”.

– Buen día señor, yo estudio bandoneón, me enseña algo por favor.
– No doy clases pive.

Es la página 17 del libro.
Bueno todos los días comenzó a ir ahí, de día durante un tiempo. De día el lugar era una cosa, y a la noche otra. De noche el lugar parecía cerrado, pero no lo estaba. Lando iba a cada rato, y aveces le daban algún trabajito; limpiar las mesas, barrer, lavar copas, y a la noche principalmente alcanzaba la toalla, además de que le encantaba escuchar a las orquestas. El lugar estaba cerca del conservatorio a donde estudiaba… Aveces incluso se llevaba algo de comida. Aveces se moría de ganas por bailar con alguna de las chicas, pero eso era solo para los clientes.

De día, cada vez que lo veía al maestro, agarraba su cuaderno de música, y le preguntaba si le enseñaba algo. Y un día al maestro le dio un no se qué, y le dijo.

– ¡Que rompe pelotas que sos! ¡Pendejo quién te parió! Bueno, te voy a enseñar algo, a ver a tu cuaderno... –y ya con Lando, ambós mirando música escrita– No no, esto así no... Escuchá como quedaría el compás si fuera, misolmi – re – solmimisol – si; en vez de la clásica escala… porque si utilizamos acá una variación con cuatro tiempo como si hiciéramos tres...

… Y comenzó a enseñarle algo. Lando luego diría que fue el único alumno que tuvo el gran maestro Piaz.

Un día escuchó que en una orquesta se necesitaba un bandoneonista, ya era grande, tenía trece, se presentó. Se burlaron de él, lo mandaban a jugar a la pelota, obviamente porque siempre los que están más arriba, en general se burlaban de los que intentaban escalar; pero le dieron la oportunidad de que toque, y les pareció bien como interpretaba ¡Incluso metió algún arreglo improvisado! Y comenzó a tocar en tal orquesta mientras estudiaba.

Lando cada vez tocó mejor, y progresó ya era todo un músico. Un día fueron de gira del conservatorio, y faltaba un contrabajista, y nadie lo quería cubrir, porque te destroza la punta de los dedos hasta que se te endurecen, y a nadie le gustaba tocar el contrabajo. Él, por el solo hecho de ganarse un lugar dijo que sí, y aprendió, y tocó aunque fuera con todos los dedos lastimados.




Es la página 18 del libro.
En fin… así se hizo, en la época de Argentina, donde ya estaba cambiando todo, o se intentaba, como ser con el intento de la legalización de los cabaret y prostíbulos mejorar la imagen, pero cuando cerraban uno, abrían otro en cualquier casita. Incluso en 1943 se intentaría censurar el idioma callejero, el lunfardo. Claro era todo un descontrol, y el tango la música lo que lo reunía, y aun era un trabajo muy apreciado por todos en la época del jovencito Lando, pero luego si miraríamos la historia, en realidad ya era la época de los últimos grandes compositores, y no solo esto, también iba a empezar a decaer todo el negocio de la música del tango, en la cual se había unido en una sociedad gente de todo el mundo, que poblaron conventillos. Ya todo comenzaba a estar más estilizado comparado a como era antes, cuando emigrantes ocupaban casas abondonadas de los muertos por la peste de 1871, esa época la había vivido el abuelo de Lando. No todos tomaban casas, obviamente, pero pasó mucho; tal vez una casa abandonada te la tomaban entre diez o más.

Cuando Lando era niño, aún era algo muy común que si el padre veía con talento a su hijo, le intentara abrir las puertas a la música, porque muchos vivían de esto, y era mejor que cargar bolsas en el puerto, o muchos otros trabajos pesados… Los trabajadores en las fábricas se morían trabajando, los accidentes eran comunes, y muchos ganaban bien con la música, que hasta estaba comenzado a llegar al extranjero, y podía abrirle las puertas a alguien de clase baja a ser gente bien…

En fin, Lando a los 18 años ya era todo un compositor, y comenzó a formar una orquesta de niños al poco tiempo. No precisamente por amor a la humanidad, sino por negocio, porque llamaba la atención más que de adultos donde el negocio ya estaba todo ocupado, y él intentó por ese otro lado. Y, cómo el tango vendía, un día lo llamaron de la televisión. Al ir a la televisión se llenó de dinero. Comenzó a construirse una casa, y a invertir en un sistema que le recomendó un conocido: sobre comprar coches, y poner chofer para eventos de casamientos y fiestas. Se podría decir que a los treinta años se sentía un músico totalmente exitoso, con dinero y mujer linda siempre al alcance de la mano.

Es la página 19 del libro.
Siempre con alguna novia bien jovencita... siempre lo aplaudían en todos lados al tocar, comenzó a dar clases porque le gustaba, y se llenaba de alumnos. Sus orquestas no eran famosas pero movían dinero, además como ya de niño se movió en el ambiente, se sabía todos los trucos…

– Cuando íbamos a tocar, estaban todos los niños corriendo, jugando, saltando, haciendo lio. Yo los hacía estar a todos quietos, porque de los otros se pudrían de verlos ya antes de que toquen. Y luego cuando tocaban los míos, siempre dejaba a público con ganas de escuchar más, nunca los consentía.

Él no componía nuevas canciones, pero sabía hacer buenos arreglos. Aveces dormía solo un par de horas, se la pasaba de un lado para otro, y como se dice en argentina de joda en joda, le encantaban las mujeres jovencitas, como si fuera él único disfrute personal de la vida, porque la música si bien la disfrutaba, era trabajo; en cambio la mujer, más tomar, era su felicidad. Pero una y otra vez perdía dinero con alguna, pero seguía igual en lo mismo disfrutando de su éxito. Si terminara acá la historia, podría ser un final feliz, en donde el exitoso músico se la pasaba riendo, pero fue cambiando su entorno, y él no.

Cada vez, tuvo menos alumnos, porque cada vez se veía que el sector estaba más en decadencia. Todo había cambiado en Argentina. Entre los músicos tangueros, ya se escuchaba una y otra vez el lamento de:
– La cultura se está muriendo, ya no es cómo antes, ahora tocan con dos dedos, las únicas dos notas que conocen, mal y ganan más dinero que nosotros.

Un día ya no lo llamaron de la televisión, otro día los números no cerraron en el negocio de los coches, porque la gente tenía en general también menos dinero, y ya no los usaba, y para peor había competencia extra; y él, que ya tenía casi cincuenta años... Yo lo conocería aproximadamente siete años después, cuando ya vivía en la casa destrozada de la madre, con solo diez alumnos, pero eso sí con una señorita a su lado bien jovencita que llegué a ver un día de reojo.

Es la página 20-22 del libro.
Ella le terminó llevando lo último que le quedaba de dinero -y supongo lo único que le interesaba de él-, pues un día lo escuché hablando con un compañero mio, de su presunta última orquesta en formación, cobrándole con un favor lo que no le pagaba de clase, lo siguiente.
– ¿Y la fuiste a buscar?
– Sí, me habló sin abrir la puerta.
– ¿Le dijiste que la perdonaba por lo que se llevó, que vuelva, que ya mejorará la situación? Que ya saldremos adelante.
– Sí, pero dice que no quiere.

En esos tiempos, si la memoria no me falla, yo era el único que lo llamaba maestro, los demás le decían “el viejo”; estaba destrozado de salud, vivía persiguiendo a cualquier posible jovencita que estuviera con él, y soñando con la música. Te contaba de sus triunfos pasados en los ensayos, pero se lamentaba de que todo se le derrumbó. No por culpa de él sino porque la cultura que se moría… Una y otra vez te contaba de su éxito en la música, pero no tenía ni para comer, y se lamentaba de la nueva música que sonaba, del rock y la cumbia. Aveces venía algún músico amigo de él, se lo veía a tal mejor que a él. Claro, es que el otro no se había patinado todo su dinero en mujeres… Además el tango en Argentina, ya era algo que lo vivían muy pocos, recuerdo un día cuando fuimos a tocar con él otro músico, y nos aplaudían, pero todos se alegraron cuando el otro tocó la cumbia, que ni el maestro ni sus alumnos soportábamos. Pero que el otro músico que estaba con más dinero, sí sabía las canciones, y fue él el que dejó al publico feliz.

Yo le mandé dos amigas, que querían tomar cases de guitarra, una me dijo.

– No fui más, me invitaba todos los días a salir a comer, y es un viejo, y no sé... me trataba de levantar, y me hacía sentir incómoda todo el tiempo. Como maestro es excelente pero me daba vergüenza.

Sí... se hizo en bares, conservatorio, su felicidad estuvo en cabarets, y llegó a la televisión y se hizo exitoso músico que le sobraba el dinero, y era muy sociable. Pero no lo cuidó al dinero de forma tal de que no se le evapore. Y murió “joven”, pobre, solo, y en la práctica olvidado. Un compañero me contó que lo fue a ver al hospital, y aún seguía diciéndole que iba a armar una orquesta para ir a tocar a televisión con nosotros… En sus últimos días antes de operarse del corazón. Creo poder leer la mente de Lando en sus últimos momentos, de hecho me resuena aún su último discurso:

– Voy a armar una orquesta, con todo lo que sé, tiene que salir bien, ya triunfé antes, lo haré ahora. Tengo conocidos, que en cuanto tengo algo bien hecho sale trabajo. Cinco voces en guitarra, cuesta conseguir bandoneón, pero le digo a mi amigo; yo toco el piano, para otra cosa no me dan los dedos ya, bajo con uno alcanza. Y seguro que alguna jovencita me consigo, siempre hay alguna que le gusta la joda… ¡Huy cuando iba al Tabaris! ¡Jaja nunca me olvido del maestro Floi con la mulata en el privado, y los músicos espiando desde el de al lado! ¡Qué tiempos! Y las orquestas… ¡Las minas que había!… Pero qué lo parió cómo matan a la cultura, ya me decía el maestro Tico… la cultura se muere.

PD. Recalco que si bien la historia está inspirada, no lo es al 100%, ni aunque quisiera podría armarla, realmente por dos motivos principales: El final de tal persona realmente fue así, murió ¡Imposible preguntarle detalles! Y dos, cuando contaba cosas siempre dudaba de qué sería verdad, y qué mentira de todo lo que contaba, pero él lo decía a todos como verdadero… Por último comento, según mi perspectiva: nada que ver lo que es el tango argentino ahora, que lo que era en el tiempo relatado, incluso había distintas realidades sobre el tango, posiblemente según los lugares a los que se frecuentaba… A los amantes del tango le dejo la letra de “El Bulín de la Calle Ayacucho”, que nos muestra un cambio de época, y la vida sencilla que muchos tenían, donde el hombre se quedaba con su tristeza luego de ver que su piba (“su jovencita”), ya no estaba, y no solo esto, también había cambiado todo su entorno, y muchos terminaban solos, sin dinero y sin compañía, en un cuartito; y ni ya siquiera habían la mitad de los lugares para divertirse que había antes, y los que estaban, ya no era lo mismo.

"Y el bacan de la rante alegría / Esta seco de tanto llorar." Letra de Celedonio Flores en 1923.




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