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Samuel Akinín La fuerza de una conversación

 

LA FUERZA

DE

UNA

CONVERSACIÓN

Obra para Teatro  ligero

De Samuel Akinín

  La fuerza de una conversación por Samuel Akinín continua aquí: hoja-1; hoja-2; hoja-3; hoja-4;

 Anita: Mamá, pero si dices que cuándo te hizo suya, fue para siempre, quiere decir que aún de alguna manera le perteneces, ¿o no? Madre Una mujer no puede borrar de su mente a un hombre al cual ha amado de la misma manera que lo pueden hacer los hombre. Nosotras, somos más románticas, nos enamoramos con sentimientos profundos, en el caso de ellos, prevalece el deseo y ése mismo, se duerme o disipa en el momento de encontrar en otra cama un nuevo placer. Y en eso si que tenemos todas las de perder, la competencia es demasiado agresiva, y de la misma manera que vamos envejeciendo, otras miles en mejores condiciones, van a la caza de una buena presa.

Anita: Me asustas mamá.

Madre: Nada que ver, sólo te advierto nada más

Anita: La experiencia que tienes, te hace ver las cosas de una manera más fácil, hoy creí que había dado el mejor paso en mi vida, ahora dudo si no fue lo peor.

                        De alguna forma pensé que la separación me podría ser útil, y si, en la parte económica se que puedo recibir todo aquello que me proponga, pero no sé que me pasará dentro de un par de años si no logro encontrar una nueva pareja, o si la que consiga, no me logra hacer feliz, o no se entiende con mis hijos.

                        Y ahora, dime qué hago. Ayúdame.

 

                        Suena el teléfono: Rin Rin

 

Albert: Hola, quién es

Madre  Hola, mi querido Albert: cómo estas, te estamos echando de menos.

Albert: Suegra, necesito que me ayude con Anita, apenas llegué y ya me doy cuenta que sin ella no se si podré vivir.

Madre  Tu sabes que ella te ama tanto o más, lo que ocurre es que ustedes son par de niños que actúan en vez de vivir y que viven en vez de actuar.

Albert: Pero estoy preocupado de si existe algún otro hombre en su vida, que pasará con mis hijos.

Madre  Tu mujer sólo tiene ojos para ti, ella no ha conocido a otro hombre y menos a uno que le robe el sueño.

Albert: Suegra, usted cree, que podremos volver a empezar.

Madre  Bueno, yo no soy la más indicada para hacerlo, pero no creo que haya algún problema.

Albert:             Ojala y tenga razón, de lo contrario creo que moriría de tristeza, bueno, por favor me la puede pasar.

Madre  No, ella no se encuentra en casa, creo salió de compras, yo me quedé con los niños, pero ellos a esta hora, están ya dormidos, mañana les diré que los llamó su padre.

Albert: Por favor, no me cuelgue.

Madre  De ninguna manera.

Albert  Háblele, dígale, que lo siento, que he sido un tonto, que aprendí la lección y que sin ella me muero

Madre  No lo dudes que así lo haré.

Albert: Gracias, sabía que contaba con usted, OK. Adiós, hasta mañana.

Madre  Hasta mañana, buenas noches.

Anita    Pero, por qué no me dejaste que le hablara.

Madre  Todo a su tiempo, todo a su tiempo, una mujer debe ponerse en el lugar que los acontecimientos le permiten y ahora tu, estas en el podio de los ganadores, déjalo que sufra un poco

Anita    Eso es inhumano, ahora te comprendo

Madre: Qué es lo que comprendes

Anita    Como eres, eres demasiado fría para tomar decisiones   drásticas.

Madre: No soy ni seré fría, pero tampoco soy una alocada.

Anita    Pero es que no te logro entender, por  un lado me dices y me haces ver, que de perderlo me voy a arrepentir de por vida y por otro juegas con él como si no te importara un bledo.

Madre: Es verdad, creo que sin querer volqué el odio que me ha nacido por los hombres en él, y quizás no se lo merecía.

Anita    Ahora si que eres tú, ahora si habla la mujer a la que por siempre he querido y aún amo.

Madre: Es difícil actuar y cuando los novatos lo intentamos siempre cometemos errores.

Anita    No te preocupes, sé, como te sientes

 

                        Suena el teléfono: Rin Rin Rin

 

Anita    Aló.

Albert: Ya llegaste

Anita    Si, estoy entrando, dime, cómo estás.

Albert: Hablaste con tu madre

Anita    Como te dije, acabo de llegar. Pasó algo malo.

Albert: Lo que nos ocurrió.

Anita    Qué me quieres decir

Albert: Que lo malo fue lo que nos ocurrió a nosotros. Ahora que he estado estos días solo, me di cuenta que cometí      un grave error, sé que sin ti, no sabría vivir, y que el estar disputándonos a nuestros hijos, nos hará combatir y destruirnos, y al final, esta vida que de por sí, es tan difícil, será todo un infierno.

Anita: Qué  tratas de decirme

Albert: Te estoy pidiendo que vuelvas a mí

Anita    Como están las cosas no creo que podamos entendernos.

Albert: Dame otra oportunidad

Anita    Tus ambiciones son desmedidas, yo quiero disfrutar, vivir, sentir que el dinero me sirve para utilizarlo y gastarlo, que soy una mujer deseada, que alguien vive loco por mí. Y esto, contigo es soñar un imposible. Para ti, tu escala de valores, está dirigida hacia lo material, tienes que hacer, hacer y hacer dinero. Te has olvidado de vivir, de sentir y apreciar el desarrollo de tus hijos y de los que te rodeamos.

Albert: Tienes razón, quizás fui tal cual dices, pero no puedes dudar que siempre te quise y que aún te sigo queriendo.

Anita    Bueno, espero que te recuperes pronto, los niños están bien, mañana les hablaré de ti, adiós.

Albert: Adiós.

Madre: Ahora si que estás completamente loca, lo dejaste ir.

Anita    Creo en el destino y por ello, a él, me entrego

Madre: De ninguna manera, debes saber, que si  tú no te ayudas, alejas a la suerte de tu  lado

Anita    Quizás, Bueno mamá, estoy cansada, hoy ha sido un día muy duro, me voy a descansar, hasta mañana.

Madre: Hasta mañana hija

 

                        Se apagan todas las luces y tras unos segundos repica el teléfono: Rin Rin Rin

 

Anita    Aló, quién es.

Albert: Hola mi vida, dime, que me amas

Anita    Eres un tonto, cómo se te ocurrió eso. Te amo, tú sabes que te amo con locuras.

Albert: Lo sabía, lo sabía. Mañana tomaré el primer avión e iré a París, ¿me iras a buscar?

Anita    Por supuesto que iré, iré con todos, con mi madre y los niños. ¡Cuídate! Te amo.

Albert: Yo también te amo. Hasta mañana mi    vida.

Anita    Hasta mañana

                                                

Suena el teléfono: Rin, Rin,

 

Albert: Hola amor,

Chofer: Ah no, eso si que no

Albert: ¿Perdón, quién es?

Chofer:            Albert, soy yo, tu amigo

Albert: ¿y eso, te ocurrió algo?

Chofer:            No, pero quería tener noticias tuyas

Albert: ¿Qué tipo de noticias?

Chofer:            Las de tu esposa y tus hijos, supongo    que hablaste con ella, ¿cómo te fue?

Albert: se arregló todo, gracias a Dios, todo se solucionó, mañana mismo parto para París, ella, me irá a esperar al aeropuerto con mis hijos. Como ves  todo quedó arreglado, y eso en parte te lo debo a ti de no haberte encontrado quizás mi vida ahora tomaría otro rumbo.

Chofer:            Ya lo sabía, estaba seguro que tus problemas se te resolverían.

Albert: Bueno, gracias, y los tuyos cómo siguen.

Chofer:            Cuando me despedí de ti tenía tomadas unas     cuantas cervezas de más, ya no estaba en                                condiciones de manejar, si la policía me sorprende con   tanto alcohol en mi cuerpo, lo más seguro es que me quiten la licencia, y eso es mi vida no me supongo en otro tipo de empleo diferente al que realizo, a mi la gente, me llena, vivo y a cada momento aprendo de ellos, los aconsejo, me retrato en sus vidas y noto los errores. Bueno tú comprendes lo que digo, no es necesario que te explique, pero para no tomar riesgos, no seguí manejando, me fui al club italiano, allí podía   seguir con la juerga sin afectar a nadie.

Albert:             ¿Y qué te sucedió?

Chofer:  No me lo vas a creer, apenas llegué, allí, estaba ella.

Albert: ¿Tu mujer?

Chofer:  no, hombre, que va

Albert:             ¿tu amante?

Chofer:  Oye, amigo, nunca das en el blanco

Albert:             OK. Me doy, pero entonces, ¿quién estaba?

Chofer: Ella, se llama Leonella, y su nombre hace, honor a su cuerpo: eso, sí que es una mujer. Jamás había visto una dama sobre la tierra como ella. Ella, es tan especial, que si te la describo, estoy seguro, muy seguro que no le haré justicia.

Albert: No lo hagas, ya me la imagino.

Chofer: Sí, y ¿cómo la ves?

Albert:             Seguro que debe parecerse a tu esposa

Chofer: Ves, te equivocas de nuevo

Albert:             ¿Y eso?

Chofer: Esta mujer es toda una leona, sus ojos, pueden morder, su boca me absorbe y traga, su corazón palpita y se mueve todo el suelo, pareciera un motor de dieciocho válvulas ella, ella, es fenomenal.

Albert:             ¿Y con lo de tu esposa qué piensas  hacer?

Chofer: Mira amigo, con una dona como ésta,   hasta yo estoy pensando en hacer lo mismo que tu hiciste, bueno, que trataste de hacer.

Albert:             Qué piensas hacer, ¿divorciarte?

Chofer:            Aún no sé lo que deseo, pero por ahora  sé que hay algo que quiero hacer.

Albert: Y de qué si estas seguro que quieres hacer.

Chofer: Vivir, vivir amigo, quiero vivir.

Albert:             Gregory, te deseo la mejor de las suertes.

Chofer: Gracias, yo, a ti también.

Albert: Chao.

Chofer: Chao amigo.

Albert:             El hombre es irremediablemente un inquieto niño grande y juguetón. Tengamos lo que tengamos, no estamos contentos, queremos más y estoy casi seguro de que no necesariamente deba ser mejor, pero de lo que sí estoy claro, es que la poligamia, es el reto más grande que hoy en día, se nos presenta.

 

                        Amigos, les recomiendo que cuiden a su pareja, el jardín de nuestro vecino, quizás parezca más verde, pero no necesariamente está tan sano como el nuestro.

  La fuerza de una conversación por Samuel Akinín continua aquí: hoja-1; hoja-2; hoja-3; hoja-4;

 

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