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Samuel Akinín La fuerza de una conversación (enviada por el autor el 20 abril 2007)

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LA FUERZA

DE

UNA

CONVERSACIÓN

Obra para Teatro  ligero

De Samuel Akinín

 

Albert:             Es increíble, la gente, ya ni sabe a donde quiere llegar.   Toda una vida pendiente de una mujer, de los hijos, la familia. Una vida entregada a un sin vivir, en la búsqueda de una seguridad, que nos permita realizar sueños, en este mundo cada día más material, en el mismo en el que dinero es la llave a muchas de esas puertas cerradas. Y que me encuentro que he ganado, nada, el olvido, la soledad. Injusticia. Y qué debe un hombre hacer, para ser reconocido aunque sea en una mínima expresión por todas sus angustias y por todos sus sacrificios. Ingratas, mujeres que se aprovechan de su maternidad con la única intención de robarnos lo nuestro, la paternidad, y por qué no decirlo, hasta nuestro sudor, ahora ella quiere no solo quedarse con mi dinero, sino que también piensa hacer lo mismo con mis hijos, pero eso si que no, no se lo voy a permitir, primero muerto. ¿Y qué es lo que ella quiere? ¡Buscarse a un enamorado con mi dinero! ¡Debe estar loca!

                        ¡Taxi! ¡Taxi!

                        A la 72 con Madison, por favor.

Chofer: ¿Alguna ruta en particular?

Albert:             No entiendo lo que me dice

Chofer.            Le pregunto que si…

Albert:             Ahh, me da lo mismo, no tengo apuro alguno

Chofer: Qué opina usted del juego de hoy

Albert:             ¿De cuál juego?

Chofer: Hombre, el de fútbol

Albert  Quiénes jugaron?

Chofer: Creo que Ud. debe ser la única persona en este mundo que no vio el partido

Albert: ¿Y quién ganó?

Chofer:            Quién más, acaso los nuestros no son los mejores

Albert: De eso no me cabe la menor duda.

Chofer:            Nosotros cuándo tenemos que dar, y demostrar... lo hacemos muy bien

Albert: Bueno, así lo hacemos, siempre, a la manera americana

Chofer:            ...Yo soy americano, pero mi familia es italiana

Albert: Entonces habla Ud. italiano

Chofer: No, que va, eso se perdió con mis abuelos, ni mis padres lo hacían bien. Estamos aquí, por tres generaciones

Albert: Eso, si que es mucho tiempo.

Chofer:            En América, el tiempo pasa volando, todo va muy aprisa

Albert: ¿Cómo es eso?

Chofer:            Ayer disfruté al sentirme millonario, y hoy, ya ve, pobre   de  nuevo

Albert:             Qué, acaso perdió su fortuna en apuestas

Chofer:            Mi fortuna, usted se está riendo de mí

Albert No yo me refiero, a lo que Ud. me decía

Chofer:            Lo que yo le dije, es que ayer con el triunfo de mi equipo me sentí el dueño del mundo, y hoy, ya me ve, de vuelta al taxi

Albert:             Bueno no todos pueden ser millonarios

Chofer: Ése no es mi sueño

Albert: Pero en qué quedamos

Chofer:            Mire..., es que usted. Bueno pero si ni siquiera sabe quién ganó. Qué va usted a saber de estas cosas.

Albert:             Oiga amigo, lo que ocurre es que he estado de viaje apenas estoy llegando, y además con los problemas que tengo a quién le puede importar lo que pasó en el juego

Chofer: Ahora   entiendo,  bueno, cuénteme, cuál es su problema

Albert: No, lo que sucede, es que me acabo de divorciar y además de mi dinero, mi esposa, quiere la custodia de mis hijos.

Chofer:            Favor que le hace

Albert: De ninguna manera, ésa mujer está loca, nunca lo se permitiré

Chofer:            Y dígame, cómo se llama su esposa

Albert:             Se llamaba

Chofer:            ¿Acaso murió?

Albert: No, es que ya no es mi esposa

Chofer:            Ah, eso es otra cosa.

Albert: No entiendo lo que me está pasando

Chofer:            Se le hace difícil entender lo que le está pasando.

Albert: Lo que no me puedo imaginar, es cómo comenzó esta conversación

Chofer:            Mire, a ellos los llaman sicólogos y les pagan, pero nosotros somos los que ayudamos a nuestros clientes,             y todo esto, lo hacemos sin cargos extras.  El mundo lo sabe, los barberos y los chóferes de taxis, estamos entrenados y estamos preparados para escuchar y escuchar.

Albert: Esta cola no es normal, que será lo que está pasando

Chofer:            Noo, lo que ocurre, es que están  reparando esta calle desde hace una semana y el tráfico fluye muy despacio

Albert  Y entonces, por qué tomó esta ruta y no otra

Chofer:            Ud., me lo sugirió

Albert:             Lo único que dije, era que me daba lo mismo

Chofer:            Cuándo me dijo que no tenia apuro alguno, me di cuenta inmediatamente, que estaba en busca de un amigo que le aliviara un poco la soledad que sentía

Albert: Yo no estoy solo

Chofer:            ¿Acaso no quiere a sus hijos?

Albert: Y quién le ha dicho que no quiero a mis hijos

Chofer:            Entonces, ve, que tengo razón, Ud. en estos momentos está solo, muy solo, y pensé que un poco de compañía le vendría bien. Además Ud., no es el único con problemas.

Albert: Por qué, Ud. No pareciera que los tiene

Chofer:            El hecho de ser taxista no lo exime a uno de problemas

Albert:             A ver, y cuál es el suyo.

Chofer: Mi mujer me engaña

Albert: ¿Desde hace mucho?

Chofer: Creo que desde que se enteró que yo le estaba  siendo infiel

Albert: ¡Ah, pero Ud. empezó!

Chofer:            Una mujer no puede serle infiel a un italiano

Albert: ¿A un italiano o un americano?

Chofer: Cuando se habla del honor, se habla de la familia de la raíz, y    mis raíces, mis raíces, son italianas

Albert: Ah, ahora si que lo comprendo

Chofer:            Ud., usted no puede comprender nada

Albert: ¿Y eso cómo lo sabe?

Chofer:            Hay preguntas que no requieren respuestas y ésta es una de ellas

Albert:             Ahora si que le entiendo

Chofer:            Pero cómo, yo, no la iba a engañar

Albert: Creo que se equivocó de nuevo, acaso no era ella la que lo engañaba

Chofer:            Vio que no me equivoqué, Ud. no está pendiente

Albert: No estoy pendiente o Ud. No está claro

Chofer: Claro, acaso no se me ven los cuernos. Voy a tener que cambiar todo el techo del taxi, está completamente perforado

Albert: Yo lo veo como nuevo

Chofer:            Hombre le estoy hablando en metáfora

Albert:             ¿En metáfora o en adivinanzas?

Chofer:            Pero es que si Ud. la hubiera visto, le juro que hubiera    hecho lo mismo. Esa mujer, Fiorella es una mujer hermosa, Dios fue demasiado benévolo con ella.

Albert: ¿Fiorella, es su esposa?

Chofer:            Ella es la esposa de mi mejor amigo

Albert: Y con ella, fue que le fue infiel a la suya

Chofer:            Uusted no, no se entera de nada

Albert: Debe ser el viaje, creo que hoy estoy medio aturdido

Chofer:            De medio, nada que hablar, eso pensaba yo de mi amigo, y el muy desgraciado se acostó con mi mujer

Albert: Su mejor amigo se acostó con su mujer

Chofer: Eso, es lo que lo que mas rabia me da, y lo peor, es que él ni  sabia que yo le estaba haciendo lo mismo con la suya.

Albert: ¿Por eso es que le da rabia?

Chofer:            Cómo no me iba a dar, acaso a usted no le afectaría el   saber,   que lo están engañando

Albert: Pero usted le estaba haciendo lo mismo

Chofer:            Eso no cuenta, ya que él no lo sabía, el muy desgraciado lo hizo únicamente por fastidiarme y no por venganza.

Albert: Y usted cree, que hay alguna diferencia entre lo uno y lo otro

Chofer:            Toda.

Albert: Bueno si usted lo dice, pero a lo mejor si usted no hubiese comenzado, quizás nada de esto hubiese pasado

Chofer:            Cuando Dios le dio un cuerpo a la mujer, a las demás las vistió muy similar, pero a Fiorella, le dio no unos pechos, le dio los mejores del mundo, y las piernas, no hay otra como esas. Bueno, las de mi mujer no están tan mal que se digan, pero si le llega a ver el trasero, ése si que es        una obra de arte. Ninguno como el... aunque el de Anabella: no se queda atrás.

Albert:             Por lo que veo, como que las dos mujeres son muy parecidas.

Chofer:            Jamás lo había pensado, pero ahora que  usted lo dice, como que sí, ahora entiendo

Albert: Qué es lo que ahora entiende

Chofer:            No, eso no se lo puedo explicar, además  la vida de cada uno, es algo muy personal, no se debe ni se puede estar contándole a la gente, cosas que sean íntimas. Porque      encima de ser una falta de educación, es romper con los             principios que nos enseñaron nuestros padres.

Albert:             Bueno, me disculpa, pero el primero que tocó temas íntimos, fue usted.

Chofer:            No era para menos, cuando lo vi con esa  cara, así, lleno de angustia, y casi dispuesto a quitarse la vida, tenía que hacer algo, no creerá que por ser un taxista, no tengo derecho a tener un poco de sentimientos hacia los demás.

Albert: Yo, yo, lo que me refería, bueno, no sabría como explicarme

                       

                        Mientras tanto, en otro lugar del mundo:

 

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