Poeta Vicente Aleixandre

Selección Javier R. Cinacchi
Vicente Aleixandre poeta español (1896-1984),  considerado el padre del surrealismo en lengua castellana. En 1977 recibe el Premio Nobel de Literatura. Hijo de una familia de la burguesía española, su padre fue ingeniero de ferrocarriles. En 1919 se licencia en Derecho y obtiene el título de intendente mercantil. Ejerce de profesor de Derecho Mercantil desde 1920 hasta 1922 en la Escuela de Comercio. Su obra poética se la suele dividir en varias etapas: pura, surrealista, antropocéntrica y de vejez. Su obra poética en general no es para el que nunca ha leído poesía... no obstante algunas son muy bellas y fáciles de comprender.
https://www.estudiargratis.com.ar/poesia/vicente-aleixandre-poeta.htm
Quizás también te interese:José Martí - Góngora - Almafuerte - Dante Alighieri - Gustavo Adolfo Becquer.

Sin luz
De Vicente Aleixandre

El pez espada, cuyo cansancio se atribuye ante todo a la imposibilidad de horadar a la sombra,
de sentir en su carne la frialdad del fondo de los mares donde el negror no ama,
donde faltan aquellas frescas algas amarillas
que el sol dora en las primeras aguas.

La tristeza gemebunda de ese inmóvil pez espada cuyo ojo no gira,
cuya fijeza quieta lastima su pupila,
cuya lágrima resbala entre las aguas mismas
sin que en ellas se note su amarillo tristísimo.

El fondo de ese mar donde el inmóvil pez respira con sus branquias un barro,
ese agua como un aire,
ese polvillo fino
que se alborota mintiendo la fantasía de un sueño,
que se aplaca monótono cubriendo le lecho quieto
donde gravita el monótono cubriendo el lecho quieto
donde gravita el monte altísimo, cuyas crestas se agitan
como  penacho -sí- de un sueño oscuro.
Arriba las espumas, caballetas difusas,

ignoran los profundos pies de fango,
esa imposibilidad de desarraigarse del abismo,
de alzarse con unas alas verdes sobre lo seco abisal
y escaparse ligero sin miedo al sol ardiente.

Las blancas cabelleras, las juveniles dichas,
pugnan hirvientes, pobladas por los peces
-por la creciente vida que ahora empieza-,
por elevar su voz al aire joven,
donde un sol fulgurante
hace plata el amor y oro los abrazos,
las pieles conjugadas,
ese unirse los pechos como las fortalezas que se aplacan fundiéndose.

Pero el fondo palpita como un solo pez abandonado.
De nada sirve que una frente gozosa
se incruste en el azul como un sol que se da,
como amor que visita a humanas criaturas.

De nada sirve que un mar inmenso entero
sienta sus peces entre espumas como si fueran pájaros.

El calor que le roba el quieto fondo opaco,
la base inconmovible de la milenaria columna
que aplasta un ala de ruiseñor ahogado,
un pico que cantaba la evasión del amor,
gozoso entre unas plumas templadas a un sol nuevo.

Ese profundo obscuro donde no existe el llanto,
donde un ojo no gira en su cuévano seco,
pez espada que no puede horadar a la sombra,
donde aplacado el limo no imita un sueño agotado.


 
Riña
De Vicente Aleixandre

La luna. Cómo se yergue / la sombra. Cómo se baten. / Déjame que entre las ramas / presencie todo el combate. /
Podrá la luz, vigorosa / de plata, herir triunfante / a la noche, cuyo escudo / salta, de acero inconstante, /
mas no podrá rematarla / sino a traición, sin combate. / Cuando en sigilo la luna / sobre su espalda se alce. /
¡Cuchillos blancos! ¡Qué armas / de listo filo brillante / entierran sus lenguas vivas / en la torpe sombra mate! /
La herida se ensancha. Abierta, / la noche pierde su sangre. / ¡Qué borbotones de brillos / sobre la tierra se expanden! /
Flagrante crimen. La luna / alza sus armas, las blande / cruel con lujo y azota / la sorda quietud del aire. /
La noche es suya. ¡Qué cuerpo / tendrá ya la noche exagüe! / Ahí queda sin que el tenue / y fiel claror la delate. /
Los cielos ruedan serenos. / Rueda la luna brillante. / ¡Que el alba venga de prisa / y por sorpresa la mate! /


Triunfo del amor
De Vicente Aleixandre
(Fragmento.)
La luna como una mano, / reparte con la injusticia que la belleza usa, / sus dones sobre el mundo. / Miro unos rostros pálidos. / Miro rostros amados. / No seré yo quien bese ese dolor que en cada rostro asoma. /
Sólo la luna puede cerrar, besando, / unos párpados dulces fatigados de vida. / Unos labios lucientes, labios de luna pálida, / labios hermanos para los tristes hombres, / son un signo de amor en la vida vacía, / son el cóncavo espacio donde el hombre respira / mientras vuela en la tierra ciegamente girando. /
El signo del amor, a veces en los rostros queridos / es sólo la blancura brillante, / la rasgada blancura de unos dientes riendo. / Entonces sí que arriba palidece la luna, / los luceros se extinguen / y hay un eco lejano, resplandor en oriente, / vago clamor de soles por irrumpir pugnando. /

Poesías
Educación, cultura, arte y juegos en:
www.estudiargratis.com.ar
 

Búsqueda personalizada

 


Foro

Autor principal y Webmaster: Javier R. Cinacchi  en esta sección poemas de Vicente Aleixandre. Aclaraciones legales y política de privacidad.
Página principal: Cursos gratis, juegos lecturas y más!