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Escribe Sandra V. C. en:
https://www.estudiargratis.com.ar/historia-argentina/presidencia-de-Alfonsin.html
Fuente: Luis Alberto Romero, Breve Historia Contemporánea de la Argentina.
Presidencia de Raúl Alfonsín (parte 1); Presidencia de Raúl Alfonsín (parte 2); Presidencia de Raúl Alfonsín (parte 3).
El 10 de Diciembre de 1983 Raúl Alfonsín convocó a una concentración en la Plaza de Mayo, para marcar las continuidades y rupturas de las tradiciones políticas anteriores.
Eligió los balcones del cabildo. Al asumir el gobierno, el presidente tenía detrás de si una fuerza, con la propuesta de construir un Estado de derecho, el cual deberían consolidar un conjunto de reglas, capaces de zanjar los conflictos de una manera pacifica, ordenada, transparente y equitativa. Era poco y muchísimo a la vez, se trataba de una identidad política fundada en valores éticos. Desde 1983 Raúl Alfonsín estableció un fuerte liderazgo, sobre todo capitalizando en el interior del partido el gran apoyo que había ganado en la sociedad. Su agrupación interna, el movimiento de renovación y cambio que fundó en 1972, cuando disputaba la conducción con Ricardo Balbin, el pacto del presidente y la sociedad se selló en la notable campaña electoral, en sus actos masivos y en la fe común en la democracia como remedio a los malos regímenes anteriores, trabajó intensamente en su educación en la constitución de la sociedad como actor político, maduro y consciente. Mucho más aún que los gobernantes.
La sociedad vivió la euforia de la ilusión de la democracia, poderosa y sin sentido a la vez, con estos respaldos. El Presidente debía decidir si gobernar activamente, con una actitud tensa al polo de la sociedad, o soluciones censuradas con los acuerdos de los poderes establecidos, lo que implicaba postergar los problemas que requerían definiciones claras.
El gobierno eligió lo primero, pero debió aceptar la segunda opción, cuando algunos fuertes golpes de la oposición y fuerzas armadas, le demostraron su poder. Hasta 1987 el gobierno de Alfonsín mantuvo la iniciativa, buscó caminos alternativos y presentando ante cada contraste nuevas propuestas que el presidente sacaba con gran creatividad y talento.
La economía se encontraba desde 1881 en estado de desgobierno y casi de caos; inflación desatada, deuda externa multiplicada y con fuertes vencimientos inmediatos, y un Estado carente de recursos, sin posibilidad de atender a los reclamos de la sociedad como salud, educación, y los salarios mínimos de sus empleados; y aún una limitación para dirigir la crisis. Durante el primer año, la política económica orientada por el ministro Grinspun, se ajustó a las formulas dirigibles y redistribución clásicas, similares a las aplicadas entre 1963 y 1966 que en sus rasgos generales el radicalismo compartía con el peronismo histórico. A principios de 1985, cuando la inflación, la conflictividad social y los acreedores externos hacían sentir su disconformidad; el presidente Alfonsín reemplazó a su ministro de economía por Juan Sourrouille, un técnico recientemente acercado al radicalismo que lo acompañó casi hasta el final de su gobierno. El ministro necesitó de cuatro meses difíciles de agitación social, el 14 de mayo de 1985, finalmente se anunció el Plan Austral. Su objetivo era superar la adversidad y estabilizar la economía en el corto plazo, pero lo urgente era detener la inflación, se congelaron simultáneamente precios, salarios y tarifas de servicios públicos, se regularon los cambios y tasas de interés, se suprimió la emisión monetaria para equilibrar el déficit fiscal. Simbolizó el inicio de una nueva etapa, se cambiaba la moneda y el peso era reemplazado por el Austral.
El plan se sustentaba exclusivamente en el respaldo del gobierno de incierto valor, y su capacidad para suscitar apoyo en la sociedad, rápidamente logró frenar la inflación, y así se ganó ese apoyo general, para lo cual fue decisivo que el plan no afectara especificarte a ningún sector de la sociedad. Se trataba del “plan de todos” el gobierno obtuvo su premio en las elecciones parciales de noviembre de 1985, apenas seis meses después de estar el país al borde del caos. Logró un claro éxito electoral que significaba el apoyo general de la sociedad a la política económica. Esta duró poco y a fines 1985 se volvió a la inflación, que el gobierno asumió recién en abril 1986. A principios de 1987 cuando se volvía a agudizar la conflictividad social, el gobierno decidió apoyarse en los grupos corporativos a los que en principio había acusado y combativo. En julio de 1987, el gobierno encaró un nuevo plan de reformas, que contó con el aval de los principales organismos externos, particularmente el Banco Mundial, cuya política empezó a distanciarse de la del FMI.
Esta incertidumbre del gobierno se extendía como los militares, la iglesia, y los sindicatos. Todos estos demostraron tener fuerza. Pero todos estos habían quedado comprometidos con el régimen caído. O salpicado por su derrumbe. El peronismo sufría en ese entonces una fuerte crisis, tuvo la primera derrota electoral de la historia.
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